
María Esther Cepeda Paspuezan nació el 15 de agosto de 1945, en Baños de Agua Santa, un lugar lleno de vida y naturaleza, muy parecido a su carácter alegre y sencillo. A los 20 años se trasladó a Quito junto a su esposo, Fernando Benavides (+), con quien formó un hogar basado en el amor, el respeto y el trabajo compartido.
Juntos emprendieron un negocio de comida que se convirtió en parte importante de su vida. Con esfuerzo y dedicación, lograron sacar adelante a su familia y brindar un ejemplo de compromiso y unidad. Fruto de su amor nacieron sus cuatro hijos: Martha, Lucía, Ernesto y Carlos, quienes siempre fueron su mayor orgullo.
María Esther fue una mujer trabajadora, alegre y generosa, con una fe profunda en Dios y Jesucristo. Disfrutaba reunir a su familia y expresar su cariño a través de su cocina. En cada comida, en cada reunión, se sentía su amor y ese toque especial que solo ella sabía dar.
Sus nietos, Ana María, Luis y Andrés, la recuerdan con ternura, por su cariño incondicional, su sonrisa y su presencia cálida. También es recordada por sus amistades y conocidos, quienes siempre valoraron su amabilidad, su esfuerzo y su buen corazón.
María Esther partió en enero de 2022, dejando un vacío grande en su familia. Sin embargo, su recuerdo permanece vivo en cada historia, en cada enseñanza y en el amor que sembró a lo largo de su vida.
María Esther Cepeda Paspuezan nació el 15 de agosto de 1945, en Baños de Agua Santa, un lugar lleno de vida y naturaleza, muy parecido a su carácter alegre y sencillo. A los 20 años se trasladó a Quito junto a su esposo, Fernando Benavides (+), con quien formó un hogar basado en el amor, el respeto y el trabajo compartido.
Juntos emprendieron un negocio de comida que se convirtió en parte importante de su vida. Con esfuerzo y dedicación, lograron sacar adelante a su familia y brindar un ejemplo de compromiso y unidad. Fruto de su amor nacieron sus cuatro hijos: Martha, Lucía, Ernesto y Carlos, quienes siempre fueron su mayor orgullo.
María Esther fue una mujer trabajadora, alegre y generosa, con una fe profunda en Dios y Jesucristo . Disfrutaba reunir a su familia y expresar su cariño a través de su cocina. En cada comida, en cada reunión, se sentía su amor y ese toque especial que solo ella sabía dar.
Sus nietos, Ana María, Luis y Andrés, la recuerdan con ternura, por su cariño incondicional, su sonrisa y su presencia cálida. También es recordada por sus amistades y conocidos, quienes siempre valoraron su amabilidad, su esfuerzo y su buen corazón.
María Esther partió en enero de 2022, dejando un vacío grande en su familia. Sin embargo, su recuerdo permanece vivo en cada historia, en cada enseñanza y en el amor que sembró a lo largo de su vida.
Hermana querida , siempre te llevo en mi corazón, cada día que pasa te extrañamos y honramos, saber que estas junto al creador y descansas en su amor, nos alegra y tranquiliza.
Laura Cepeda 15 mayo 2023
Mamita querida, todos los días le recuerdo aunque sea a la distancia, usted se merece ser recordada por siempre haber sido buena y enseñarnos a ser valientes en cualquier prueba que nos ponga, le extraño mucho cada día de mi vida. Este pequeño homenaje con mucho cariño
Martha Benavides Cepeda, 25 de abril de 2024
Querida mamita cada día me hace falta, pero usted y mi papi ha sido el mejor ejemplo para nuestra familia, le quiero por siempre sus nieto igual.
Ernesto Benavides Cepeda, 12 de julio de 2025
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